La poda de plantas es uno de los cuidados habitualmente contemplado dentro de la jardinería para suprimir hojas y flores marchitas, darle forma y estimular el crecimiento de la planta, ya que cuanto más se pode dispondrá de más savia para su rebrote, pero esto no es aplicable a las plantas de interior en general y especialmente a las palmeras. Las palmeras son plantas de exterior de gran tamaño, superando algunas especies los treinta metros de altura, pero bajo condiciones controladas de iluminación, temperatura y humedad, a pesar de su tamaño, algunas especies más pequeñas pueden ser de fácil cultivo en macetas ubicadas en ambientes interiores.
Las palmeras cultivadas en exteriores solo deben podarse por razones de seguridad, cada cuatro o cinco años, cuando exista peligro de desprendimiento y para las palmeras de interior debe evitarse en lo posible la poda, ya que su crecimiento tiene origen en una yema situada en el centro de sus hojas.
A fin de controlar el tamaño de una palmera de interior y retirar hojas muertas se puede realizar una poda muy moderada y con mucha precaución una vez al año, siempre en la época de reposo vegetativo de la planta, evitando los cortes y eliminando únicamente las hojas muertas que se desprendan con facilidad, nunca las hojas verdes, las flores y las semillas también deben ser retiradas con mucha delicadeza. Conjuntamente con la poda deben maximizarse los cuidados complementarios y el control de las condiciones ambientales. Los riegos y pulverizaciones posteriores a la poda deben ser frecuentes y abundantes y acompañados de aportes adicionales de abono líquido en baja concentración, la luz solar debe llegar de forma directa a la planta, la temperatura ambiental debe ser alta al igual que los niveles de humedad en el aire tienen que ser elevados.