Todas las plantas requieren nutrientes para poder crecer y desarrollarse, principalmente nitrógeno, potasio, fósforo y otros elementos en menor medida. Hacer nuestros propios fertilizantes ecológicos en casa es una tarea que puede resultar interesante y productiva. Los abonos caseros por lo general son extraídos de desechos de origen vegetal. Las conchas de plátano suministradas en forma de te son una buena fuente de potasio para nuestras plantas, muy apropiado en la época de floración, la ceniza de leña contiene mucho calcio, al igual que las cascaras de huevo, potasio, sílice, magnesio, fósforo y algo de azufre y los restos de café aportan importantes contenidos en nitrógeno, potasio, magnesio y sales, nutrientes esenciales para el crecimiento saludable de plantas acidófilas como las rosas, los arándanos, las azaleas y las hortensias.
Existen muchas formas de enriquecer el sustrato de nuestras plantas de manera natural y ecológica y entre ellas destaca el abono verde el cual incrementa la fertilidad del suelo mejorando su estructura y protegiéndolo de la erosión y los efectos de la radiación solar. El abono verde proviene de la siembra de especies leguminosas con las que conseguimos un notable aporte de nitrógeno, tales como alfalfa, haba forrajera, avena silvestre, trébol blanco, veza, mostaza y centeno entre otras. Una vez desarrollada al máximo la masa vegetal de la leguminosa, cuando aparecen los primeros brotes, es el momento ideal para la siega de la planta, desintegración e incorporación al sustrato en forma de abono. Cada abono verde tiene características específicas en cuanto a su masa vegetativa, rapidez de crecimiento, cantidad de residuos que aporta, diferentes requerimientos nutricionales y de pH que habrá que tomar en cuenta a la hora de elegir una especie para un abono verde. El abono verde ideal debe reunir tres características indispensables que son: capacidad de crecer bien en suelos pobres, crecimiento rápido y abundante follaje.
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