Las llamadas malas hierbas son todas aquellas plantas no deseadas que crecen espontáneamente en tierras desocupadas y abandonadas y jardines con césped natural produciendo sensación de descuido y restando valor ornamental a los mismos, dificultando el paso en los márgenes de edificaciones y caminos e impidiendo el correcto crecimiento de los cultivos de otras especies de plantas. Se trata de plantas de variadas especies con gran capacidad de adaptación al medio ambiente, elevada competencia para la captación de los nutrientes presentes en el sustrato y rápido desarrollo que al invadir terrenos en cantidad suficiente para ocasionar daño son consideradas hierbas malas.
Se puede prevenir la aparición de estas malas hierbas mediante la previa eliminación del sustrato de semillas y raíces, la posterior rotación de los cultivos y la elección de especies de rápido crecimiento que puedan competir con las malas hierbas por los nutrientes. Para la adecuación de espacios y cultivos invadidos por malas hierbas existen métodos tanto físicos como químicos acordes al tipo de hierba que se pretenda acabar.
Los métodos manuales o físicos persiguen principalmente la eliminación de las hierbas, arrancándolas de raíz para que no vuelvan a reproducirse, utilizando de preferencia una horca y no una pala, para jalar la hierba con toda su raíz, sin cortarla y sin peligro de dañar los cultivos adyacentes y permitiendo en algunos caso, dependiendo del tipo de hierba, el trasplante de la misma a un terreno donde no sea considerada hierba mala.
Los métodos químicos logran la eliminación de la especie considerada mala hierba a través de la utilización de herbicidas específicos según el caso, respetando en lo posible a la especie de cultivo y los herbicidas totales, los cuales es recomendable utilizar únicamente en tierras desocupadas, cuando se esté realizando la preparación del terreno.