Los cercos de madera, originalmente utilizados en granjas para asegurar el perímetro o para crear divisiones y corrales, hoy en día son elementos tradicionales en el diseño de fachadas y jardines de viviendas urbanas estilo clásico, no solo como delimitación de la propiedad y como protección contra intrusos sino también por su valor ornamental.
Los cercos de madera, gracias a sus propiedades de aislamiento sonoro, otorgan al ambiente un toque más íntimo y menos rígido que las rejas de metal, pero son menos resistentes. Como elemento decorativo la madera se integra naturalmente a los espacios verdes, creando escenarios armoniosos, frescos y llenos de energía. Un cerco perimetral de diseño alto y comprimido brinda múltiples opciones de decorado interior, incluso con estanterías, y resulta ideal para quienes buscan seguridad y prefieren la privacidad y los clásicos cercos bajos de postes separados, conocidos como cercos enanos, en jardines frontales pequeños otorgan a la fechada un aspecto amigable, alegre y divertido.
La instalación de un cerco de madera clásico puede ser realizada de forma artesanal por cualquier persona con un poco de tiempo y habilidad. El cerco clásico se forma con tablones o estacas de madera que se clavan en la tierra en forma vertical y se unen por medio de tablas horizontales que se fijan a las anteriores. Por lo general son fabricados en madera de cedro rojo, eucalipto, ciprés o pino, pero en cualquier caso requieren de un tratamiento protector especial para tolerar las condiciones ambientales y la intemperie y aplicación de pintura asfáltica en el extremo de la estaca que debe estar enterrado a fin de aumentar su resistencia bajo tierra y prolongar su vida útil. Algunos modelos prefabricados son vendidos en comercios especializados, pero si se desea un diseño más complejo es aconsejable contratar un profesional.