Mejorar el suelo del jardín es un desafío que tienes que asumir para lograr que ofrezca las mejores condiciones al momento de tomar la decisión de sembrar tus plantas. No todos los suelos están listos y aptos para sembrarlos o cultivarlos, se requiere un mejoramiento el cual constituye una tarea o trabajo agrícola por muy pequeño que sea el espacio. Se quiere que la o las plantas que siembres tengan el suelo con las condiciones perfectas para que el rendimiento del lugar sea efectivo y el crecimiento sea el más indicado. Para lograr estas condiciones se requieren dar al suelo un tratamiento de preparación en cuanto a nutrientes, fertilizantes, materia orgánica, compost, material para drenaje y material para conservar la humedad que se requiere.
Las 6 formas más recomendadas que debes considerar para mejorar el suelo son:
1.- Eliminar toda hierba mala, quitar todo lo que esté marchito y despejar el terreno; eliminarlo manualmente o a través de productos comerciales que impiden la germinación de alguna semilla de dicha mala hierba.
2.- un ingrediente importante es utilizar arena. La arena aporta un buen drenaje evitando que el agua se acumule; mantiene la humedad necesaria, evitando los excesos de agua y retiene los nutrientes para la planta.
3.- También es recomendado el uso de humus de lombrices, sobre todo para suelos destinados al cultivo de hortalizas. El humus de lombrices es una tierra suelta pero compacta, al estilo de borra de café o café usado, que permite airear la tierra no permitiendo el crecimiento de hongos, bacterias y gérmenes que puedan enfermar el cultivo.
4.- Se nombra también al aserrín fermentado con materia orgánica, como el estiércol, para la conservación de la humedad.
5.-El uso de fertilizantes de materia vegetal y animal como fuentes orgánicas.
6.- y los nutrientes que aportan minerales tales como el nitrógeno, necesario para las hojas, el fósforo para las raíces, frutas y semillas, y el potasio para evitar enfermedades.
El abono orgánico o fertilizante puedes elaborarlo sencillamente aprovechando los residuos orgánicos, aprovechando la materia orgánica del suelo que a su vez son fabulosos para la fijación de carbono en él y mejorar la capacidad de absorción de agua; lo realizas con restos de cáscara de huevos, de frutas, de verduras, hojas, estiércol, hierbas, café usado y algunos restos de podas. No colocar ni vidrios, ni plásticos, ni latas, ni carnes. Luego necesitarás una tela de algodón vieja o chapas de plásticos grandes para tapar la preparación. Cava un hoyo de unos 50 cm de profundidad y 50 cm de diámetro y echas los restos de poda, residuos orgánicos, tierra y si es posible, algunas lombrices que permitan airear la tierra; riega si la temporada es muy seca para mantener la humedad y pueda existir la descomposición. Si es verano estará lista en 2 o 3 meses; y 5 meses si es en invierno.
Los nutrientes del suelo puedes conseguirlos comercialmente, pero puedes también realizar uno de manera casera: te recomiendo uno que es ideal para activar la floración y la formación de raíces. Es excelente porque aporta fósforo, calcio y oxígeno a la tierra. La forma de realizarlo es tomando restos de huesos de animales que hayas utilizado para tu consumo; pollos, huesos de carne, etc., los cocinas en leña sobre una bandeja de metal, luego, una vez que estén fríos se rompen, los trituras en un mortero hasta hacerlos polvo y utilizas ese polvo cenizo como ingrediente nutritivo en el sustrato. La cantidad recomendada es 1 cucharada de ceniza por cada 20 litros de sustrato; y 1 taza de ceniza de hueso por cada metro cuadrado de suelo. Recuerda que el sustrato es la tierra preparada donde la planta se siembra; ésta aporta los nutrientes, y condiciones para que la raíz se estabilice y se ancle de manera exitosa.